Que nadie se engañe. Este año están muriendo tantas mujeres a manos de sus cónyuges como el año pasado. La percepción de la mayoría es diferente a aquella que vivimos a finales del 97. Artículos de fondo, programas especiales y reportajes concienzudos secundaron durante semanas el interés súbito despertado por un tema eterno que por primera vez alcanzaba las portadas de los periódicos. Al fin uno de los principales delitos que se cometen en nuestro país, el de la violencia contra las mujeres, abandonaba el ámbito privado y el bochornoso epígrafe de "crímenes pasionales".

Los políticos, como siempre empujados por la realidad y no al revés que es lo que les pagamos teóricamente, se sumaron a la condena y preocupación generales y prometieron tantas leyes como fueran necesarias. Los medios correspondieron con titulares y espacio generoso a lo que meses antes ocupaba cuatro rayas en la sección de sucesos. Pero todo tiene un límite y pronto la gente se hartó de tanta muerte-mártir de aquella inesperada revolución y volvió a lo de siempre. Mirar para otro lado.

Pues bien, que sepamos todos que el tema está resuelto, que veinte mujeres han muerto en lo que va de año, y que se han presentado casi ocho mil denuncias por malos tratos, denuncias que no impedirán que sigan apaleando en el dulce hogar a las denunciantes, porque los jueces no pueden, a veces, hacer nada y otras, no les da la gana. El Institut Català de la Dona anunció por fin la aprobación del "Protocolo de atención a la mujer maltratada". La presidenta, Joaquima Alemany, lleva meses trabajando duramente, pero el Govern tenía otras prioridades. Como hacer ver que se enfada con el PP.

Julia Otero
Periodista


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