Ahora resulta que está de moda añorar el trabajo. Estos días, los periódicos, las radios y las televisiones hablan sin parar y con mucha convicción de "el síndrome del retorno". Todos recordamos aquella época en que las personas volvían a trabajar a principios de Septiembre maldiciendo la rapidez con la que pasaban los días de las vacaciones.

-"¿Qué, cómo ha ido?", nos preguntábamos los unos a los otros, de mal humor por los pasillos.

-"Bien, ¡pero ha sido un suspiro!, ¡volvemos a estar aquí otra vez! Nos contestábamos.

Bien pues, ahora estos comentarios ya no son pertinentes. "No tocan" que diría el clásico. En este mundo de Dios o de Gescartera, lo que toca es echar de menos la rutina, el orden, la normalidad:

-"¡¡Qué bien que volvemos a trabajar!!"

-"¡¡Oi, sí tú, qué ganas tenía!!

-"¿Y los niños? ¡Aún 15 días más en casa! ¡¡Qué barullo!!

Nosotros no queremos ser diferentes. De hecho, la diferencia siempre es fuente de problemas. Estamos aquí pues, pletóricos, radiantes y con unas ganas de trabajar que ya querrían tener los inspectores de la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

Bona tarda. Comença La Columna.


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