Editorial del 12 de febrero de 2013

El Congreso de los diputados representa la soberanía popular, pero existe otro concepto, la voluntad popular, que puede expresarse legalmente de formas diversas: votando, desde luego, pero también opinando, manifestándose y, por ejemplo, presentando iniciativas legislativas populares.

Hoy se presentan en el Pleno del Congreso dos ILP’s, dos iniciativas legislativas populares, y los diputados deben decidir si aceptan o no tramitarlas como proyectos de ley. Una pretende blindar los toros como bien de interés cultural, para intentar doblegar la decisión del Parlament de Cataluña y la prohibición de las corridas en esa comunidad. Ésta ILP, tiene prácticamente asegurada la aceptación.

Por el contrario, la otra iniciativa de hoy lo tiene mal, muy mal por el rodillo de la mayoría absoluta: es la que pretende detener los desahucios y convertir la dación en pago en la forma de resolver una deuda hipotecaria impagable.

Hasta hoy, sólo una ILP se ha convertido en ley, solo una en 30 años. La segunda, será la de los toros. Los diputados que voten en contra de la dación en pago, quizás debieran promover el fin de esas iniciativas populares. Si un millón y medio de firmas, recogidas una a una, si el apoyo social mayoritario según todos los sondeos, no sirven para que una ley se tramite –que no quiere decir siquiera que se apruebe- entonces no tiene sentido mantener la existencia de esas Iniciativas Legislativas Populares. Si creen sus señorías que son útiles, al menos, como desahogo, como la válvula de una olla a presión, esta vez se equivocan. La olla tiene demasiada presión y mucha temperatura. Parece mentira que no lo vean.


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