Editorial del 9 de enero de 2013

“Con lo que aportamos al Estado, muchos reciben un Per para pasar el día en el bar del pueblo”

Uno no puede tener en su biografía una frase como esa, que ustedes recordarán de hace apenas un año, y pretender hoy sacudirse la solapa de la chaqueta y seguir como si tal cosa. Eso pretende Josep Antoni Duran i Lleida, presidente de Unió, al que todos los partidos piden la dimisión, después de haberla ofrecido él mismo hace años, si un día se demostraba que Unió fue financiada ilegalmente.

El día de asumir que metieron la mano en la caja llegó, lo han dicho los propios implicados. Distrajeron varios cientos de miles de Euros de procedencia europea, cuyo destino era la formación de parados. Aceptar la culpabilidad es la base del pacto con la fiscalía para que varias personas de Unió eludan la cárcel. Será legal pero es letal.

Que todos los partidos políticos pidan la dimisión de Duran Lleida podría ser para él motivo de poca preocupación. Tras la tormenta, viene la calma y en España aguantan en el cargo casi todos los que han sido pillados con las manos en la masa. Las tragaderas del país son infinitas. Pero la mala noticia para el Sr Duran es que el socio de gobierno en Cataluña, ERC, también exige que se vaya.

¿Podrá Mas mantenerle si Esquerra aprieta de verdad? Huele a muerto. Aunque podemos equivocarnos.


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