Editorial del 26 de enero de 2012

Hoy es un día curioso y entretenido para leer y escuchar a articulistas y editoriales de los grandes medios de comunicación. Los que hace meses sentenciaron a Francisco Camps, han buscado fórmulas más o menos dignas de acatar la sentencia que ayer le absolvió pero sin renunciar a mantener su convicción de que Camps es culpable. “Un jurado dividido absuelve a Camps”, o “Camps absuelto de su responsabilidad penal”, como si hubiera otra en juego, “absuelto por la mínima”... Y luego están los que le han protegido y defendido contra viento, marea, e incluso grabaciones sonrojantes. Estos últimos han tenido que usar menos palabras para titular, claro: “Inocente”, “Absuelto”, “Hay Justicia”...

Lo curioso del caso es que, incluso quienes desde el principio han apoyado al expresidente valenciano, hoy han convocado a sus lectores, mediante encuestas de opinión, a pronunciarse sobre si Camps debe o no volver a la política. Sorprendentemente el resultado es negativo para Camps.

Es posible que tras la alegría de la absolución, con palmeros incluso en la sala del juicio, hoy Francisco Camps se haya sentido otra vez solo, quizás más que nunca. Los líderes de su partido han salido a celebrarlo, solo faltaría, y a exigir reparación, pero en su mano está rehabilitarle como presidente otra vez, o como ministro. Valga como resumen elocuente la frase del sucesor, Alberto Fabra. “ahora lo normal es que Camps quiera irse a descansar”. ¿Y si no quiere?


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