Editorial del 10 de octubre de 2011

Cuando un ministro de defensa dice Viva Honduras, y la tropa no es hondureña, ha tenido un lapsus, es evidente. Le pasó a Trillo. Cuando otro suelta ante un micrófono, que creía cerrado, “menudo coñazo les acabo de soltar”, frase de Aznar cuando era presidente, más de lo mismo. Aunque fuera verdad, fue una indiscreción involuntaria. Como lo de Jordi Sevilla tranquilizando a Zapatero con sus “dos tardes para aprender economía”, o lo de Rajoy y el desfile el día de las fuerzas armadas, que le “parecía un coñazo”... Ejemplos de errores, indiscreciones o incluso malas interpretaciones de los dirigentes públicos, hay muchos de catadura diversa.

Pero cuando un viejo zorro -dicho en la única acepción de la expresión- esto es, un político experimentado bien dotado para la oratoria como es Durán Lleida, dice algo muy claro es que lo quiere decir. Ni se le ha ido la pinza como ha dicho Fernández Vara, ni se le ha escapado, ni calibro mal las consecuencias y reacciones. De otro eso sería verosímil. Del líder de Unió, no.

Entonces, ¿por qué dijo que mientras los payeses catalanes sufren, en el sur están en el bar toda la mañana a cuenta del PER? Nadie dice a 40 días de las elecciones algo que le perjudique en las urnas, subido a un atril y con un micrófono delante. Por eso Durán no se siente siquiera obligado a pedir disculpas. ¿Lo ha hecho para obtener más votos?


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