Editorial del 10 de marzo de 2011

Sortu no está dispuesta a ponérselo fácil a la justicia española. La reacción de la nueva marca de la izquierda abertzale ha supuesto un golpe de efecto. Ayer supimos que el lehendakari Patxi López y el consejero de interior Rodolfo Ares, estuvieron en el punto de mira de los etarras. La detención del comando Otazua permitió conocer las asesinas planificaciones de los terroristas. Pues bien, Sortu se ha desmarcado hace un par de horas de cualquier vinculación con el pasado al rechazar abiertamente el plan criminal de ETA y cualquier acto de violencia, incluida la kale borroka.

Insiste Sortu en su comunicado que “la formación política plantea una ruptura con organizaciones del pasado”.

Lo dicho, un golpe de efecto que no podemos simular que no se ha producido. A los tribunales les toca tomar la decisión de su legalización o no.

Hay una viejo aforismo del mal periodismo que dice “no permitas que la realidad anule una buena noticia”. Vale también para la política. A veces la realidad trae noticias que estropean buenos planes. Parece bueno que Sortu no esté en las próximas elecciones. Pero la realidad puede imponer lo contrario.


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