Editorial del 29 de noviembre de 2010

Hace un frío que pela. Que se lo pregunten a los socialistas de Cataluña, que no saben cómo abrigarse desde ayer noche.

Decía de Gaulle que en Francia no se podían hacer referendums porque los franceses jamás responden a lo que se les pregunta. No es el caso de los catalanes, que suelen responder con mucha precisión a la pregunta que plantean las urnas.

La pregunta ayer era “¿quién quiere que gobierne Cataluña?". Y la respuesta ha sido clamorosa, tanto para designar al elegido, Artur Mas, como para echar sin ninguna piedad al saliente, José Montilla.

La clave española de estas elecciones es un tema muy querido en la villa y corte pero también lo era el pronóstico de una abstención brutal que casi convertirían en ilegítimo el resultado y ya ven, fue más gente que hace 4 años.

Mas estuvo ayer brillante en su declaración de intenciones, Montilla fue rápido y contundente en la digestión del desastre, Camacho ha superado a Vidal Cuadras, eso es hacer historia. Puigcercós, que ha matado a unos cuantos en su carrera política, no parece dispuesto al suicidio político, aunque haya perdido el 50% de los votos... y a Albert Rivera no le ha hecho falta desnudarse para repetir resultados.

En el capítulo de las extravagancias, anoten que Carmen de Mairena ha conseguido 1700 votos más que el partido de Rosa Díez y que Laporta usa el mismo tono y vocabulario para referirse a los triunfos del Barça que para celebrar que tiene 4 escaños.


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