Editorial del 20 de octubre de 2010

El presidente del gobierno ha decidido usar a fondo el artículo 100 de la Constitución, el que le confiere la potestad de nombrar o quitar ministros y ministerios. Nadie puede negar que Zapatero, en términos tenísticos, ha roto el servicio a los adversarios. No se esperaban tantos cambios, ni de tanta enjundia. Un gobierno fuerte que sepa expresarse. Ese sería el resumen del objetivo del presidente.

El principal líder de la oposición, sin embargo, no puede alegrarse de esos cambios –entre ellos, por cierto la supresión de 2 ministerios que el PP llevaba meses reclamando cerrar- . No es el uso del artículo 100 el que deseaba Rajoy, sino, como él mismo nos ha recordado, el 105 de la Constitución: el que confiere la potestad de disolver las cámaras y convocar elecciones.

O sea, Zapatero no se rinde y echa el resto y Rajoy mantiene el discurso: quiere elecciones ya. El tiempo que nos separa de ellas, demostrará si ha sido útil a los intereses de cada uno que el presidente no se dé por muerto, y el opositor no se dé por aludido.


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