Editorial del 27 de mayo de 2010

Todo es relativo, transitorio y volátil. La precariedad es un signo de los tiempos, así como la falta de certezas, la decadencia del estado del bienestar y la falta de regulación de los mercados. Los vínculos interpersonales son más frágiles y la cultura laboral de la flexibilidad arruina los planes o previsiones de futuro. O sea, estamos ante una falta general de solidez... o lo que es lo mismo ante una sociedad líquida.

Esa es esencia la reflexión que el filósofo Zygmun Bauman ha aportado a la sociología moderna y que hoy le ha valido, junto a Alain Touraine el Premio Príncipe de Asturias de la Comunicación.

El pensamiento de Bauman, previo por supuesto al estallido de esta crisis, es rabiosamente descriptivo de lo que pasa y de lo que nos pasa.

Nadie sabrá mejor que Zapatero, por ejemplo, lo líquido de la realidad. Hoy ha conseguido aprobar por los pelos lo que hace 2 meses siquiera contemplaba. La solidez de las convicciones de nada sirve ante los mercados. Estos quieren, hablando de mundo líquido, éso, liquidez, dinero, seguridad financiera.

Toda una metáfora, que el día en que Bauman recibe el Príncipe de Asturias, el PSOE apruebe en absoluta soledad el decreto que recorta el déficit y de paso sus señas de identidad como partido de izquierda.


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