Federico Trillo es, por herencia paterna, político y seguidor del Celta de Vigo. El que fuera martillo del último Gobierno del PSOE censura hoy el "puro activismo de los que corren desenfrenadamente hacia el poder como fin en sí mismo". Hoy se confiesa "más tolerante y comprensivo", efecto colateral de la lectura apasionada de Shakespeare... y de sentarse en el Congreso de los Diputados un metro y pico más arriba que el resto. Acaba de publicar El poder político en los dramas de Shakespeare, una obra exhaustiva propia de quien ha superado las oposiciones con el número uno de la promoción.

¿Qué ha descubierto en Shakespeare que no supiera por experiencia vital?

Las pasiones, los sueños, las ambiciones y las limitaciones de los seres humanos son siempre exactamente las mismas. Estamos como en el siglo XVI o el XXI.

Yo creía que Alfonso Guerra era el diputado más versado en WS. ¿Quién sabe más?

¡Habrá que medirse! Él sabe mucho del poder y sus dramas.

¿Y usted?

Algo he aprendido del poder... [risas] y también de sus dramas.

¿Sabe que el padre de Shakespeare fue, como el de usted, alcalde de su ciudad natal?

Ya lo creo. Y fue decisivo, tanto para él como para mí, para su comprensión del poder. Fue su mejor escuela.

El hijo de un militar, ¿aprende a mandar o a obedecer?

Uno tiene que empezar por saber obedecer si algún día quiere ejercer el poder.

Se acaba la legislatura, ¿nos hace un balance?

La legislatura de las puertas abiertas, la más estable con menos mayoría y una frustración: no haber sacado el nuevo reglamento del Congreso para que éste fuera un Parlamento del siglo XXI.

Usted pasó de la artillería pesada al señorío institucional, ¿hizo ejercicios espirituales?

[Risas]... La silla influye y amarra... por otra parte, es mucho más fácil y confortable ser conciliador que atacante.

O sea, se gusta más ahora ...

No me quejo de la vida, he procurado siempre adaptarme al papel que me corresponde en el drama, fuera de fiscal, abogado, opositor o presidente.

Un destacado miembro del Opus Dei, ¿qué piensa de aquel ingenio colectivo que dice: "Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos"?

Dios es sumamente sabio y un gran demócrata [risas]. Por eso siempre apoya a las mayorías.

Decía Lope de Vega que en el teatro "es bueno hablarle al vulgo en necio para darle gusto", ¿en política, más?

No tanto para darle gusto como por hacerse comprender. Eso acorta distancias.

Para muestra,... su famoso ¡manda huevos... !

Parece mentira, pero es el lema de mi mandato [risas]. Hay que romper el lenguaje sofisticado de los políticos.

¿La oratoria vive su momento más gris en el Parlamento español?

Dentro de 10 años se verá que Rato y Borrell han sido grandes oradores, los mejores de esta legislatura.

Tiene fama reconocida de sonetista. ¿Me improvisa un endecasílabo de cierre?

"De Shakespeare he aprendido con paciencia que la política es más arte que ciencia".


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