Artículo publicado en la sección 'Al contrataque' de la edición del día 11 de julio de 2014

Aunque salir a escena y pronunciar «lo siento mucho, me he equivocado. No volverá a ocurrir» no sirve de mucho, es un inicio de arrepentimiento y propósito de enmienda, tal vez falso pero al menos digerible. Resulta más irritante que te hayan pillado en falso -nunca mejor dicho- y que la respuesta sea aquí no ha pasado nada, todo es legal y no hay irregularidad alguna. Esa fue la actitud del presidente del Tribunal de Cuentas, Ramón Álvarez de Miranda, cuando compareció en el Congreso para justificar que solo la casualidad es responsable de que primos, cuñados, nueras, exconsortes, sobrinos y otra parentela diversa, sean empleados del tribunal. Ya quisieran en la Zarzuela tener una dinastía tan firmemente asentada como las que reinan en el más alto organismo fiscalizador de las cuentas públicas.

La respuesta de Álvarez de Miranda esta semana es semejante a la de un médico al que se pidiese explicaciones sobre la salud precaria de un paciente y, al tiempo que se compromete a cambiar todos los tratamientos y medicación, defendiera los aplicados hasta la fecha. La incoherencia del mensaje produce estupefacción. Todo se ha hecho correctamente pero, ya que me lo preguntan, vamos a modificar el proceso de selección de personal, a eliminar los cargos de libre designación y a publicar en la web toda la información de los contratos firmados. También vamos a revisar la composición de los tribunales de oposición y, por si acaso, vamos a plantearnos que otro organismo, incluso extranjero, fiscalice y audite nuestro trabajo. Pero eso sí, hasta ahora nada de lo hecho merece reproche alguno. Al máximo responsable del tribunal no le parece «tan raro» que los parientes acudan a las oposiciones de la institución dado que existe «vocación familiar». Es más, le parecería «una arbitrariedad», añadió el presidente, que familiares aspirantes quedaran excluidos por el mero hecho de serlo. Lo que no le parece una arbitrariedad es que el tribunal examinador esté formado por cinco miembros, de los cuales tres son de la casa. O sea, hoy apruebo a tu concuñado y mañana tu pones buena nota a mi hija. Y así hasta al menos 100 trabajadores, unidos por una fructífera tela de araña con ADN compartido.

El pleno del tribunal decide cuál es el presupuesto que necesita y se incluye en los presupuestos del Estado. Esa independencia económica -puede que sea la única que usan- debe ser la responsable de que sus funcionarios cobren un 30% más de media que sus homólogos en la función pública.

Control

Hay exministros con hijas a pares, hermanos de expresidentes de Gobierno, esposas de ministros del pasado... Y luego está un sindicalista, que tiene hasta nueve parientes. Un tipo entrañable: su actual esposa y la anterior trabajan allí. Pues bien, estos señores controlan cómo, cuánto y en qué se gastan los dineros públicos. Nosotros sí que somos primos.


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