El último sabio español del siglo XX mantiene, a los 77 años, una vigorosa actividad intelectual como presidente del Comité Científico del Proyecto Genoma Humano de la Unesco. Santiago Grisolía, discípulo de Severo Ochoa y varias veces candidato al Nobel, habla con tal serenidad y confianza de los progresos de la ciencia que uno acaba desestimando todas las teorías catastrofistas y tremendas que circulan por la Aldea. "Nunca existirán dos seres iguales", afirma, ni Frankenstein, "eso no será posible jamás". Y con indolencia científica añade que el planeta nunca tiene más alimento que el que se consumiría en dos meses. Suerte que "la Tierra va girando y se van recogiendo las cosechas". 

¿Cuánto falta para completar el puzzle, el dibujo arquitectónico de lo que somos? 

Muy poco. La competición entre las entidades oficiales y las compañías privadas de investigación está provocando que el Proyecto Genoma vaya muy deprisa. 

Se juegan millones de dólares. ¿El gen cotizará en Bolsa? 

Las compañías privadas que investigan ya están cotizando en Bolsa. La que va más avanzada, la del profesor Craig Venter, ha multiplicado el precio de las acciones espectacularmente en tres meses. 

Todos tenemos 100.000 genes y 3.000 millones de componentes químicos. ¿De qué sirve tanto prodigio a los que nacen en la miseria? 

Los avances son beneficiosos para todos, aunque convierta en ricos sólo a unos cuantos. 

¿Cómo curarán a nuestros hijos cuando sean viejos? 

No habrá que esperar tanto. La del futuro será una medicina individualizada, con fármacos personalizados. 

Hasta la fecha, la mejor medicina era la preventiva. ¿Se quedará corta?

Habrá algo previo, la medicina predictiva, y sobre ella se hará la prevención, aunque la genética no será nunca una ciencia exacta. Una mujer puede tener todos los marcadores para desarrollar un cáncer de mama y no llegar a ocurrir. Se sabe, eso sí, que la probabilidad es alta. 

Saber de qué moriremos, ¿debemos considerarlo un avance para la humanidad? 

No olvide que, aunque tengamos el conocimiento de que nos aguarda una enfermedad grave, siempre nos puede caer una teja o atropellarnos un autobús. 

Es un consuelo saber que un accidente puede burlar el destino escrito en nuestro ADN...

En realidad, nadie sabe qué parte de lo que somos se debe al ADN y cuál al medio ambiente. Es mentira que nuestro comportamiento nada tenga que ver con la genética, como lo es que ésta lo explica todo. Yo creo que mitad y mitad. 

Vivimos el doble que a comienzos del siglo XX. ¿Para qué queremos vivir más? 

La idea de vivir más se ha vendido siempre muy bien, lo han hecho las religiones al prometer la vida eterna. La ciencia no puede mantenernos vivos, todo envejece, pero, desde luego, sí bastantes más años que ahora. 

Nos hemos acostumbrado a que cada día aparezca un gen por los periódicos. ¿Qué noticia genética hubiera merecido portada? 

Me produjo gran impresión saber que se había obtenido el genoma completo de un organismo capaz de reproducirse a sí mismo. Fue un hito. 

¿Cuántas teorías de eminentes científicos están quedando en evidencia a la luz de tanto descubrimiento? 

Suele decirse que las ideas en ciencia podrían aún cambiar más rápidamente si los científicos no vivieran tanto. (Risas). 

¿La revolución biológica que se avecina dejará tibia a todas las conocidas hasta ahora? 

Sin duda. Averiguar el mapa genético del ser humano será el más trascendental conocimiento que la humanidad haya tenido en sus miles de años de historia. 

La clonación, ¿hay que desdramatizar o rasgarse las vestiduras? 

Siempre se han producido shocks cuando se han demostrado cosas que parecían imposibles. Y nunca ha pasado nada. La ciencia no es buena ni mala, y, desde luego, no se le debe poner cortapisas. 

¿Hay signos de alguna rebelión en la naturaleza ante tanto experimento transgénico? 

Hay una exageración tremenda: todos estamos comiendo genes continuamente. Nada es natural; detrás del pan, por ejemplo, hay todo un proceso. 

¿Me está diciendo que no se hace ahora lo que no se haya hecho siempre? 

Agricultores y ganaderos han intentado siempre conseguir mejores productos con cruces genéticos. Pero antes costaba mucho tiempo y ahora muy poco. 

Su rotundidad va a sorprender a más de uno...  

No me produce ningún temor comer un tomate transgénico, cuando sé que estamos comiendo montones de sustancias orgánicas de las que no sabemos nada. 

¿Qué descubrimiento científico lamentaría no conocer? 

Creo que se podrá crear vida en un laboratorio. Eso sí me gustaría verlo.


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