El Periódico de Aragón, 13 de septiembre de 2013

Por: Joaquín Carbonell

En efecto, un programa sobre el paro no interesa a los parados. La oferta Ciudadanos que lideró Julia Otero contó con un 9.6 de audiencia, y cayó al suelo del 5.5 la que presentó Juan Ramón Lucas en La 1. Julia lo hace bien, es profesional, sabe estar delante de los focos, conoce el tema que trata y goza del mismo tic que el resto de colegas: mete prisa cuando alguien habla. Pero eso es la tele. ¿Hay trabajo para los parados?, se venía a preguntar con insistencia. ¿Qué debe hacer alguien desocupado?

La respuesta nos la brindó un tipo muy resalado. Alguien que forma parte de una nueva escala laboral, surgida precisamente en esta época de desconcierto; son los coach, imbécil palabra yanqui que significa maestro o entrenador. Todos se autodenominan coach, la única profesión que conoce el éxito. Parten de una base: solo los imbéciles no encuentran su hueco en la vida. Los tontos, los necios, los inútiles, los vagos y los gilipollas. La vida es de los audaces, los innovadores, los creativos y los dispuestos a aceptar un curro por la mitad de salario, eso sí, con el doble de horas... Me ponen de los nervios.

Han inventado un concepto que ya irrita: emprendedores. Si no encuentras curro, créatelo tú mismo: camela a tu familia, sácales la pasta, abre una tienda, y si la cierras en tres meses es porque careces de talento. Vaya. No hablan de que el mundo también necesita empleados, obreros y trabajadores a sueldo. Que todos no tenemos el genio que manejan ellos.


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