03/02/2017
Esta semana se han cumplido dos años de la llamada ‘Marcha del Cambio’, aquel movimiento lleno de alegría y esperanza para millones de personas que hoy asisten estupefactos a otra marcha, la de la testosterona entre el 1 y el 2 de Podemos. Urge feminizar un partido que ha fracasado en seducir a una parte importante del electorado femenino y que lleva camino de empeorar. La dimisión de Carolina Bescansa, la voz más sensata estos días, es la prueba de un hartazgo que parece más hormonal que político.