Cinco Días, 25 de agosto de 2010

Se muestra pesimista sobre las posibilidades de los españoles para salir de la crisis

Por: Julián Díez

El programa radiofónico Julia en la onda, que se emite en Onda Cero de lunes a viernes, de 4 a 7 de la tarde, cerró la temporada con casi 500.000 oyentes, en una línea de continuo ascenso. Su responsable mantiene la actividad también como productora de televisión y se muestra crítica con la evolución de la situación política y económica en España.

Mientras los otros medios parecen sufrir vaivenes, la radio da una imagen estable.

Los oyentes son fieles, hay un nicho. Además, creo que hemos notado muy favorablemente el final de la publicidad en la televisión pública. Nos han llegado anunciantes que, me da la impresión, antes ni se planteaban utilizar nuestro medio. Y eso ha tenido un impacto muy favorable en los ingresos.

¿Qué características especiales tiene la tarde para la radio?

El oyente nos llega ya con la actualidad conocida, por lo que debemos centrarnos más en elaborar e interpretar las noticias. Además, y es algo que no se suele conocer, hay una audiencia con preponderancia masculina, a diferencia de la mañana. Nuestro programa, por ejemplo, tiene cinco o seis puntos más de hombres. El horario también invita a dar un plus de entretenimiento.

¿Qué le gustaría cambiar para el próximo septiembre?

En mi programa hemos instituido la norma de hacer una especie de auditoría externa con nuestros oyentes tres veces al año. Nos llegan cientos de correos electrónicos y abrimos los micrófonos para que nos cuenten qué les gustaría escuchar. Con eso y lo que vamos observando, se puede llegar a algunas conclusiones para no conformarnos. Por ejemplo, detecto cierto hartazgo de la política. En cambio, funcionan bien ciertos temas a fondo que en ocasiones a los periodistas nos parece que pueden resultar poco atractivos. Además, el oyente parece cansado de las entrevistas de trámite, de personajes en giras de promoción que sólo hablan de "lo suyo". Y hay secciones que gozan de muy buena salud, como la de crónica negra o la de humor.

Parte de la radio está ideológicamente muy polarizada, ¿consigue sustraerse a esa situación?

Creo que tengo un público muy plural, porque tan pronto me acusan de izquierdista como de reaccionaria. Tampoco me molesta tener colaboradores que provoquen rechazos y adhesiones. Creo que entre mis colaboradores y mis oyentes hay personas de todo el arco ideológico. Me parece sano escuchar toda clase de opiniones, el que sólo oye las que le son cercanas termina por radicalizarse.

¿Cómo ve la situación en la calle y cómo le parece que están afrontando la crisis el Gobierno y la oposición?

Creo que no debemos confundir la actitud de los políticos con la calle. Entre los políticos, es terrible la falta de responsabilidad de unos y otros; los primeros, por no tomar a tiempo las decisiones necesarias, y los segundos, por preferir una catástrofe al consenso. La gente está perpleja, con algo de miedo, intentando orientarse en un túnel del que no sabemos cómo saldremos. Creo que la sociedad, en su conjunto, está entendiendo que vivimos una mala época que requiere esfuerzos y comportándose responsablemente.

¿Y quiénes no lo han hecho?

Hay pequeños empresarios que se dejan la piel para conservar a toda su gente, mientras otros han aprovechado un pequeño picor para sacudirse todas las pulgas. Al igual que hay trabajadores que no miran el reloj y luchan por su empresa como si fuera propia, mientras a otros parece que les da igual todo.

¿Cómo valora la actitud de los periodistas?

Vivimos una situación complicada por dos razones. La primera es que al periodista se le empieza a ver como prescindible, porque hoy la información fluye sin intermediarios. Aunque eso, se está viendo, tiene componentes positivos y negativos. Por otra parte, todos sabemos que los medios se alinean hoy en trincheras, y el periodista se ve esforzado con frecuencia a escoger entre su credibilidad y su puesto. Y a gente que debe pagar su hipoteca y dar de comer a sus hijos es duro pedirle compromisos heroicos.

¿Está España peor preparada que otros países para salir de ésta?

Llevamos muchos siglos de retraso en tantas cosas... Aplastamos a los comuneros, no hicimos la revolución, gritamos "Vivan las cadenas", dimos gracias a Franco en las monedas mientras los demás construían democracias... No me siento optimista. Este es un país que en momentos puntuales de la historia estuvo a la altura, pero que siempre termina por resultar decepcionante. El país de Rinconete y Cortadillo, de las grandes bolsas de fraude, de la descomunal economía sumergida. Y cuando le preguntas a algún político sobre el tema, te dicen que no pueden afrontarlo porque entonces todo el capital se irá fuera. Me gustaría creer en lo que me dijo una vez el ministro Gabilondo: que en España deberíamos someter todo a la educación y pensar que, a largo plazo, es el camino más corto para solucionar nuestros problemas. Aunque, más allá de España, tampoco me siento muy optimista respecto a Europa, a lo que podríamos llamar la cultura cristiana, aunque yo no soy practicante. Los que estamos de este lado, del de los derechos humanos y los valores democráticos, somos ahora mismo minoría en el mundo.

La pregunta

¿Cómo le ha afectado personalmente la crisis?

Soy, por un lado, autónoma, con lo que eso supone de no enfermar jamás, y por otro, empresaria, porque tengo una productora desde hace veinte años. En los últimos diez tuve que hacer fuertes inversiones en tecnología. Y ahora hemos llegado a la era low cost también en este campo. Hacemos trabajos de calidad con bajos costes, de hasta un 50% menos. Siento responsabilidad como empresaria y he reducido los márgenes al mínimo para no cerrar y mantener todos los puestos de trabajo.


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