Julia Otero, con su marido y su hija. © Gtres

Vanity Fair, 22 de noviembre de 2013

  • La presentadora acaba de conseguir su cuarto premio Ondas
  • Confiesa que le ha costado mucho mantener a su hija alejada de los medios
  • Estando en paro, la periodista rechazó presentar Gran Hermano

Por ANDRÉS GUERRA

“Julia, estás tremenda. ¿De quién es el vestido? ‘Eh, eh, que el vestido me lo he pagado yo’”. La presentadora contesta riendo y un tanto desconcertada porque la primera pregunta en la puerta del Gran Teatre del Liceu tenga que ver con su vestimenta. Julia Otero (Monforte, 1959) es lo suficientemente famosa como para protagonizar reportajes en revistas pero no frecuenta el género. Prefiere que quien la salude por la calle sea porque le gusta su trabajo (entre radio y televisión, 37 años la contemplan). Por eso no está acostumbrada a según qué preguntas que pueden resultar imprescindibles para un pie de foto. Esa noche recoge su cuarto Ondas vestida de Karen Millen. Tiene dos en cada categoría profesional y esa noche, por primera vez, su hija Candela acude con ella. También con Josep, su marido y el padre de la joven. La periodista –aunque ella estudió Filología tiene más oficio que muchas reconocidas firmas–, la compensará esa noche por tantas ausencias recordando una anécdota de infancia sobre el escenario. Durante años la ha mantenido apartada de los flashes y las dos coinciden. Así ha sido mejor.

Hagamos un brevísimo repaso por tu trayectoria profesional, reconocida una vez más este año. Y van cuatro Ondas ya.

Empecé con 18 años en la radio y en la tele han sido etapas muy potentes. La radio me redescubrió después y me dio la oportunidad de hacer radio estatal. Habré hecho casi 8 frente a 30 de radio. Siempre vuelvo a la radio, la tele es como un tren que cojo a veces. Hubo un día en que rompí la idea de periodismo serio y de entretenimiento, he mezclado las dos cosas. El anterior Ondas fue por ‘La Columna’, un programa en el que había entrevistas y espectáculo. Hay una parte reflexiva y otra lúdica. Y un periodista no pierde la credibilidad aunque vaya a lo segundo y vuelva a lo primero.

¿Cómo sienta recibir un nuevo premio con una trayectoria ya refrendada con el cariño del público?

Es un honor que me lo den a mí pero sin el esfuerzo y entrega de todo el equipo no estaría aquí. Es muy generoso que den mi nombre al premio pero en la radio no hay carreras de fondo en solitario. Es una maratón que se comparte con mucha gente. Y a mi gente, además los quiero como personas. Dijo Kapuscinski que no se puede ser buen periodista siendo mala persona. Y yo estoy rodeada de buenas personas.

¿Qué echas de menos de los tiempos de la “ele”? [Era la clave por la que los oyentes más veteranos se reconocían como tales en su programa La radio de Julia]

Ay, la ele… Hemos evolucionado pero como no tengo una foto fija para comparar, no me doy cuenta de en qué hemos cambiado. Aquellos tiempos fueron muy chulos porque llegamos sin muchas expectativas y conseguimos ser líderes en dos temporadas. Vencimos a Encarna Sánchez, que parecía indestronable. Creo que sigo con dos líneas maestras: información la suficiente, solvente y contrastada y entretenimiento el necesario para la gente que nos acompaña. Un magazine es contarle a la gente cosas que le interesan y hacerlo de manera entretenida.

En aquellos tiempos de los que hablamos España no estaba en una crisis tan grave como la actual ni el clima de corrupción le parecía al ciudadano tan generalizado como ahora. ¿Nos han robado la inocencia?

No sé si la inocencia o algo peor. La cartera, seguro. En España funciona ahora más la corrección política y algunos gabinetes [así se llama su espacio de tertulia] que hacíamos en el 95 ahora no podríamos hacerlos. O tendría consecuencias. Estamos en un momento de cierta complejidad.


 Julia Otero, con su cuarto Ondas. © Gtres

Volvamos a la corrupción. ¿Era un tema de debate tan frecuente como ahora en la radio que hacías en los 90?

La corrupción no creo que sea mayor que antes. Es más, lo que sale ahora se produjo hace diez o quince años, por eso hay tantos delitos tan felizmente prescritos para sus autores. Lo que los ha puesto en el foco es la crisis económica. Cuando se han hartado de decirnos que vivíamos por encima de nuestras posibilidades, en realidad hemos descubierto que muchos de ellos han vivido por encima de nuestras posibilidades gastando nuestro dinero de una manera irresponsable. O robándolo directamente. No creo que pase nada distinto de lo que pasaba hace 15 años. Quiero pensar que dentro de 10 o 15 años no descubramos que sigue ocurriendo ahora mismo. Espero que esto tenga una capacidad ejemplarizante. Y no por las condenas, porque creo que no va a haber muchas.

¿La tele que ves te gusta?

Hay tele muy buena y tele muy mala. Con la segunda no pierdo el tiempo. Creo que Évole hace un gran programa y que Wyoming y sus guionistas hacen también un gran programa. Está Ana Pastor… Y está ‘Ciudadanos’, el que hicimos en Antena 3. Ojo, un programa de televisión pública hecho en la privada.

Cierto, enhorabuena por tu último formato en TV.

Es un formato que está ahí para hacer especiales de vez en cuando. La cadena tenía claro que no era para arrasar en audiencia y menos en prime time. Era una cosa con más recorrido. Pero quiere hacer algo que los propios telespectadores reclaman, aterrizar en la realidad. Ojalá esto tuviera un 20% de audiencia. Pero no, tiene un 10. Y con un equipo competitivo al máximo.

¿Dónde estarían hoy ‘Las cerezas’ o ‘La Luna’?

Uy, eso sería en La 2 a las tantas hoy en día. Lo que pasa es que las cadenas han de dar beneficios y la televisión pública debiera ser distinta. Pero para eso los políticos deberían sacar las manos de las televisiones públicas. Sin embargo, estoy convencida de que un sector de la población sí vería esos programas.

Tú tienes tus líneas rojas en televisión. Por ejemplo, no todo el mundo sabe que rechazaste presentar ‘Gran Hermano’.

Como decía el poeta cubano José Martí, todos tenemos derecho a ser honestos. Si te ponen en una situación extrema de hipoteca, niños, gastos, etc., a veces no tienes la oportunidad de no cruzar una raya roja. Pero quienes podemos… Yo he tenido la suerte en los últimos 25 años de poder decir que no a algunas cosas. Y cuando me llamaron para GH estaba en paro, estaba en mi casa. También es verdad que tenía un cojín para subsistir, porque venía de haber tenido éxito en radio y televisión. Pero podía haberme apuntado y vi claro que no. Hay líneas rojas pero no se puede dar lecciones a nadie porque no sabes en qué situación vital te puedes sentir. No obstante, mi trayectoria me ha permitido no tener que cruzarlas. Ni siquiera acercarme. Por ejemplo, en 30 años no he hecho nunca crónica de corazón.

Hablando de corazón, ¿cómo siendo una figura tan conocida has mantenido tu vida privada al margen de las revistas? ¿No resultas interesante?

Ojalá no lo hubiera sido, hace años. Me han perseguido mucho. Me ha costado mucho esfuerzo, bastante sacrificio y ganarme una fama de borde en según qué sectores periodísticos. He tenido que alejar a mi hija de mí en momentos en que me hubiera gustado tenerla al lado. Ella es perfectamente anónima, nunca nadie la ha visto fuera de mi círculo de amigos. Mi hija me ha reprochado mucho que nunca la saco, siempre ha estado alejada de mis premios pero esta vez me ha dicho: “Mamá, quiero ver cómo te dan el premio Ondas”. Acaba de cumplir 17 años y estará conmigo. Que por cierto, me ha llegado a decir: “¿Por qué no me pones aquí un letrero ‘Soy menor de edad’ como siempre?”. Pobre…

¿Ha costado mucho a nivel íntimo mantenerla al margen del foco mediático?

Sí, otras alfombras rojas se las ha perdido y mantenerla al margen por completo ha requerido para ella no disfrutar de ciertos momentos que, como cualquier niño, hubiera querido disfrutar junto a su madre.

¿Va a seguir tus pasos?

No. Va a ser médica como su padre.


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