Texto: Tomás Ribera

En unos cuantos meses, Julia Otero se ha convertido en una auténtica estrella de la televisión. Desde el escaparate de La Luna, cada martes se hace querer por todo el país; pero a pesar de su gran popularidad, sigue siendo la antítesis de una mujer distante y endiosada y dice que en el fondo añora el anonimato. Además, confiesa que le molesta el intrusismo profesional: "Me desespero al ver que cualquier personaje popular, ajeno al periodismo, se pone frente a una cámara o un micrófono en plan figura".

- ¿Añora usted el anonimato?

- Sí que lo añoro, pero he aprendido a no quejarme en público. Sólo lo hago con los amigos, o cuando, como en este caso, se me pregunta abiertamente. Pero si me dedico a esto, he de aguantarme o irme a casa. Y de momento prefiero seguir con mi trabajo.

- Con la fama, ¿se han resentido sus relaciones con los amigos?

- Al contrario, se han estrechado. Cuando te haces popular, desconfías más de los que se acercan a ti y te agarras más a la gente que te conoce de toda la vida.

- ¿Intenta usted seducir a los personajes que entrevista?

- De algún modo sí, puesto que intento que se sientan cómodos conmigo, que no me vean como una enemiga. Yo no soy una mesías que en veinte minutos de entrevista vaya a descubrir «la verdad» de un personaje.

- ¿Y a los telespectadores también intenta seducirlos?

- Para mí es tan importante mantener ese grado de seducción, de coquetería, con el entrevistado que con el espectador.

- De los personajes que usted ha entrevistado en «La Luna», ¿cuál ha sido el que más le ha impresionado?

- Desde el momento en que todos somos un poco, o un mucho, mitómanos, Paul McCartney. Con él tuve la extraña sensación de que probablemente no volvería a verle, de que, al contrario de lo que ocurre con otros personajes, no coincida jamás con él en un estreno, un restaurante...

- ¿Improvisa usted mucho en sus entrevistas o se ciñe al guión?

- Cuando me pongo frente a las cámaras, sólo tengo clara la primera pregunta, y a veces ni eso. Las entrevistas que me han dejado más satisfecha son aquéllas que han transcurrido al margen del guión previsto. Porque ello supone que para mí ha surgido la sorpresa, y quizá también para el espectador.

- ¿Usted interviene en la elaboración de los guiones de «La Luna»?

- Totalmente, totalmente. Intervengo en todas las decisiones del programa, puesto que el director, Sergi Schaff, confía en mí. Y, por supuesto, yo en él. Schaff es de los hombres que más sabe de televisión en este país. Las veces que no le he hecho caso, he terminado reconociendo que él tenía razón.

- ¿Se pone usted nerviosa antes de comenzar el programa?

- Sí, todos los días. Incluso cuando el programa está grabado. Cinco minutos antes de comenzar el programa vendería mi alma al diablo. Es cuando pronuncio esa frase que mis compañeros ya han aborrecido y que dice: «¡Quisiera ser cajera de un Banco!»

- ¿Desde que es usted famosa le hacen muchas proposiciones deshonestas?

- ¡Al contrario, no me han hecho ni una! Antes me hacían más.

- ¿Las cadenas privadas le han ofrecido trabajo?

- Ha habido conversaciones de café, sin ninguna trascendencia.

- ¿Le tienta a usted el cine?

- Hace una semana me han propuesto hacer una película por primera vez, y aún no me lo creo.

- ¿Y ha aceptado?

- ¡Qué va!, me parece una insensatez, puesto que yo no soy actriz, y así se lo he explicado a quienes me lo han propuesto, No me parece ético aprovechar la popularidad que da la televisión para hacer cine sin ser actriz.

- Eso ocurre en otros trabajos...

- Sí, y después de tantos años como profesional de la comunicación me desespero al ver que cualquier personaje popular, ajeno al periodismo, se pone frente a una cámara o un micrófono en plan figura, cuando en realidad está haciendo meritoriaje.

- De todo lo que se ha dicho de usted, ¿qué es lo que más le ha molestado?

- Pues que a mí me dan el programa masticado. Cuando me paso tantas horas trabajando, duele que se digan esas cosas.

- ¿Quién es ese personaje, casi imposible de entrevistar, que le gustaría llevar a «La Luna»?

- En el mes de septiembre, me gustaría entrevistar a los cuatro o cinco grandes líderes políticos. Y también a Alicia Koplowitz, a Mario Conde y al cardenal Suquía.

- ¿Usted pertenece a la «jet set» o a la «gente guapa»?

- ¡No, en absoluto! Ni soy una «niña bien», ni una «pija», ni tengo un árbol genealógico ilustre, ni vivo en un barrio exclusivo...

- ¿Qué piensa hacer cuando termine «La Luna»?

- No tengo ni la más remota idea. La verdad es que no acostumbro proyectarme a largo plazo. Lo que ahora me planteo es el programa del próximo martes y nada más. Aunque supongo que cuando termine «La Luna» seguiré haciendo cosas en televisión.

- ¿A qué dedica más tiempo, a preparar las entrevistas que usted hace o a responder las que le hacen a usted?

- Le agradezco ese detalle de solidaridad... Dedico más tiempo a mi programa, pero por solidaridad con mis compañeros, procuro contestar a todas las entrevistas que me proponen. Algo que no siempre es posible hacer con la rapidez que sería deseable.


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