Editorial del 21 de febrero de 2013

La Zarzuela ha comunicado hace un par de horas que el Rey será operado de su hernia discal el próximo 3 de marzo

Será la séptima intervención en menos de tres años, tras las de pulmón, rodilla, las dos Caderas... y el tendón de Aquiles. Nunca es oportuna una visita al quirófano, pero dado el tendón de Aquiles no operable del Rey Juan Carlos, el de su yerno, puede decirse que este retiro provisional de la vida pública más parece un alivio que un castigo.

Como castigo ha sido para Rubalcaba que su hombre en Cataluña, Pere Navarro pidiese ayer, a la hora en que su jefe de filas intervenía en el Debate del Congreso, que el rey abdicase porque ya es hora de que el príncipe Felipe tome las riendas de la monarquía.

O Navarro no calibró sus palabras, o lo hizo expresamente. Tanto en un caso como el otro, su partido le puede estar agradecido: ha protagonizado una nueva entrega del viejo adagio que dice que hay “enemigos, adversarios y compañeros de partido” y que los últimos son los más peligrosos.


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