Editorial del 20 de febrero de 2012

El presidente del gobierno italiano, Mario Monti ha ido esta mañana a la Bolsa de Milán y allí ha contado que los gobiernos de siete u ocho países de la zona euro han enviado una carta A Herman Van Rompuy y a Durao Barroso, proponiendo políticas para impulsar el crecimiento económico de Europa.

Monti no ha contado quienes más, además de él mismo, al que suponemos impulsor de esa petición colectiva, han firmado la misiva. Sí ha dicho que si la recesión se alarga y la situación económica no mejora, no va a imponer más recortes a los italianos.

No sabemos si España está entre esos 7 u 8 países, pero sería deseable que Rajoy tuviera el coraje de sumarse a la petición de medidas que impulsen el crecimiento.

Una última reflexión: no me digan que no es curioso que sea precisamente un tecnócrata como Monti, no elegido en las urnas sino impuesto por la situación desesperada de la economía italiana, el que está tomando las riendas para convertirse en contrapeso al tándem que manda, o sea, Francia y sobre todo Alemania.

A ver si va a resultar que el único líder de Europa capaz de hacer política para frenar la beatificación de la austeridad es un hombre sin militancia política, y puesto a dedo. Bien por Monti.


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