Editorial del 23 de enero de 2012

El lunes es un mal día. No solo porque cuesta arrancar sino porque empieza a ser tradición que amanezca con pésimas noticias económicas y augurios letales para el futuro. Que la directora del Fondo Monetario Internacional, Cristine Lagarde, advierta del riesgo de un crack parecido al de los años 30 del siglo pasado, pidiendo cortafuegos urgentes para Italia y España, no añade nada nuevo a lo que venimos escuchando y recogiendo en los medios desde hace meses.

El problema de nuestro país e Italia no es tanto la deuda como los intereses que nos obliga a pagar el mercado a cambio de que nos presten dinero. Ningún país soportaría mucho tiempo sin resquebrajarse esa sangría de miles de millones solo en intereses. Pagamos tanto, que cada vez disponemos de menos dinero para otros menesteres; el gobierno no tiene recursos para estimular el crecimiento, necesita liquidez, por tanto aumenta el IRPF que es la forma rápida de obtenerla, provoca que los ciudadanos consuman aún menos, o sea se cierran empresas y más gente en el paro... Cuántas veces hemos hablado de esa espiral cuya solución, y hoy lo ha dicho el propio FMI, son los eurobonos, o sea que el Banco Central preste a muy bajo interés a los países de la eurozona lo que los mercados nos prestan con usura renovada cada día.

Hartos estamos de contarles a ustedes la misma historia tan a menudo, pero no hay novedades en el culebrón.


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