Editorial del 23 de noviembre de 2011

“Hay directivos de entidades financieras, codiciosos, avariciosos y desvergonzados, que han hecho un daño terrible a sus empresas con total falta de ética y moral”, la frase podría ser de cualquiera de los componentes del movimiento del 15M, pero no, es del presidente de la patronal, CEOE. Fíjense a lo que hemos llegado, que hasta el patrón de patronos está irritado.

Juan Rossell, en un desayuno informativo, presentado por Rodrigo Rato ha hecho esas afirmaciones incontestables, al tiempo que ha pedido una ley que controle las indemnizaciones que reciben esos directivos del sector financiero que nos escandalizan mucho pero que no dejan de ocurrir. Se da la circunstancia de que el último caso fue el de José Luis Olivas, presidente del Banco de Valencia recién intervenido y segundo de a bordo con Rodrigo Rato en Bankia hasta que se fue antesdeayer por la puerta de atrás. La salida de este caballero no impide, sin embargo, que haya renunciado a pedir una indemnización por cese de casi 3 millones de euros. Y un derecho a pensión de otros 3 anuales.

Si a Juan Rossell le parece escandaloso, excuso decirles qué nos parece a todos los demás.


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