Editorial del 14 de noviembre de 2011

La vieja Europa asusta, cree Barak Obama. Así que la recuperación del crecimiento en Estados Unidos no la fían los americanos a Europa sino al eje Asia- Pacífico. Es la conclusión de la cumbre de los emergentes países de ese nuevo eje que ha terminado en Honolulú, aunque esta vez sin collares ni guirnaldas sobre el cuello de los mandatarios, porque no parecían tiempos para esas zarandajas.

Se acabaron las frivolidades, parece el lema general. Por eso el sucesor de Berlusconi, Mario Monti, habla de enormes sacrificios y los que salen de verle en la ronda de contactos para formar gobierno, dicen al ser preguntados que la cosa estará equilibrada entre las lágrimas y la sangre. Se ve que lo del sudor se da ya por supuesto. La frase del “sangre, sudor y lágrimas” es de Churchill, como todo el mundo sabe, y el momento en que la dijo –fin de la segunda guerra mundial- parece hoy paralelo a la crisis europea. Esta mañana, la señora Merkel ha dicho ante los miembros de su partido que estamos, en algunos aspectos, tan mal como entonces y que ella hará lo posible para que el euro no se rompa.


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