Editorial del 29 de septiembre de 2011

Esta mañana la canciller Angela Merkel ha conseguido un triunfo rotundo en el Bundestag al aprobar por 523 votos frente a 85, la ampliación del fondo de estabilidad del euro. Los diputados alemanes consienten en que su país aporte 211mil millones de euros –la mitad del total- para intentar salvar al euro y, por tanto, a Europa. Salvo alguna disidencia en sus propias filas, Merkel no sólo ha contado con el voto de su partido conservador sino con el voto responsable de la oposición, tanto los verdes como los socialdemócratas.

Hay que reconocer a la canciller el mérito de haber sacado adelante una votación que puede salvar el euro al mismo tiempo que la descabalga a ella de seguir gobernando. Según los sondeos de intención de voto, si ahora mismo hubiera elecciones en Alemania perdería la Unión Demócrata Cristiana y sus socios liberales, quedarían prácticamente borrados, mientras que la coalición de izquierdas se haría sin problemas con el gobierno. Pero eso se espera de un Estadista: estar dispuesto a perder las próximas elecciones, tomar decisiones impopulares, es más, en contra de la opinión de la mayoría, si es por el bien común.

Europa no tiene futuro sin el euro y viceversa. Esa es la idea fuerza que Merkel ha vendido con éxito al Bundestag. Ahora tiene un año y poco para convencer a los votantes de que era, no ya lo mejor, sino lo único que podía hacer. El riesgo de que no lo entiendan y por tanto de que la echen es grande. La crisis va a mover los mapas políticos de toda Europa.


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