Editorial del 2 de febrero de 2010

Esta mañana la OCDE, es decir, el club de los países más desarrollados, ha defendido el retraso en la edad de jubilación en España. No es pues, extraño, que ya se observen movimientos en partidos como el PP y Convergencia para alcanzar consenso al respecto. Si bien ayer Javier Arenas ya nos decía a las 5 de la tarde que el PP apoyaría esa propuesta del gobierno, con la condición de que la jubilación más tardía fuera voluntaria, la bendición del plan por parte de la OCDE, hace impensable que la propuesta sea severamente contestada más allá de los que están a la izquierda del PSOE. Miren por donde podría llegar una huelga general, justo por lo que puede poner de acuerdo a las tres cuartas partes de la Cámara.

La OCDE no sólo aplaude retrasar la jubilación sino que sugiere que los 35 años cotizados actuales no sean suficientes para tener derecho a la pensión completa. Añaden que habría que llegar a los 40 años cotizados y ponen de ejemplo a Francia, que ya los contempla e incluso proyecta aumentar a 42.

Puestos a dar ideas, dicen los países ricos que España debería aumentar los planes privados de pensiones como tienen ellos. Lo que no dicen estos caballeros es que la volatilidad de los mercados financieros se ha llevado en los últimos 2 años una mordida importante sobre el esfuerzo ahorrador de muchas personas.

Si todo ésto lo dice la OCDE, no duden que acabará por ir a misa. No es que sea palabra de dios, pero en el mundo no hay dios que se ponga en su contra.


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