Editorial del 27 de octubre de 2009

Ayer nos creímos que un meteorito había abierto un cráter de un montón de metros en Letonia, y esta mañana, en cambio, no dábamos crédito a la detención de 2 pesos pesados de la era Pujol y un alcalde socialista en activo.

En Cataluña había un run-run de fondo desde hace décadas entorno a la figura de Lluis Prenafeta, un hombre que llegó a tener, como secretario de la presidencia, casi el mismo poder que Pujol. Le buscaron las cosquillas judiciales hace más de 10 años, pero, como ocurre a menudo con los peces gordos, no pudo probarse nada.

Y, resulta que hoy, no sólo cae Prenafeta sino también el ex-consejero de gobernación, Maciá Alavedra. Desde Convergencia se ha dicho con mucha diligencia que no va con ellos, que los detenidos hace tiempo que no están en la pomada y que serán cosas de sus negocios privados. En cuanto al alcalde de Santa Coloma, la dirección socialista también ha corrido a pedir la renuncia de los suyos y su expulsión. Hablamos de corrupción urbanística, blanqueo de capitales y tráfico de influencias. La larga mano de Garzón ha llegado también al oasis.

En 3 años, ya van 17 alcaldes encarcelados: 6 son del PP, 4 del PSOE y el resto, independendientes de todos los pelajes y exotismos como el GIL o el PAL.

En un arrebato de optimismo nos preguntamos si la crisis está siendo el marco incomparable para hacer una bonita catarsis y librarnos de tanto chorizo. Añadan Gürtel, Palma Arena, Millet, El Ejido... ¿Será sólo un espejismo o hemos tocado techo y estamos en condiciones de no seguir degenerando la cosa pública?...


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