Editorial del 26 de octubre de 2009

El silencio y el ruido son protagonistas hoy de la actualidad. Sabino Fernandez Campo representa al primero, al silencio. Pero el que fue jefe de la Casa Real en los tiempos en los que había que ser muy jefe para acallar el ruido de sables, nunca presumió de ser discreto. Si uno no cuenta todo lo que sabe pero alardea de callárselo, entonces la lealtad se convierte en una especie de chantaje aplazado. Don Sabino, en cambio, nunca se las dió de ser el hombre que sabía demasiado. A lo sumo le habíamos oído decir que sus memorias no tendrían ningún interés porque lo que podía contar era aburrido... y lo que era interesante no lo podía contar. Descanse en paz el hombre que fue franquista convencido en la juventud pero que después, cuando llegó el momento, peleó al lado del Rey por la democracia.

Junto al silencio que encarna la figura de Fernández Campo, está el ruido del PP de Madrid. El asunto de las Cajas no es precisamente motivo de conversaciones en la cola del pan... ni en la barra del bar, pero los rayos que se ven en la comunidad de Madrid son tan virulentos que a la fuerza nos tienen a todos esperando que truene. Que destacadísimos militantes como Cobo y Aguirre intercambien piropos como “hipócrita o idiota” nos tiene perplejos.


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