Editorial del 7 de octubre de 2009

Se ha conocido el premio Nobel de Química, que distingue esta vez a tres bioquímicos, dos americanos y una israelí. Su enorme hallazgo ha sido nada menos que descifrar cómo se convierte en materia viva la información almacenada en los genes. El mejor efecto secundario de ese descubrimiento es la precisión con la que, a partir de ahora, se conocerá cómo actúan los antibióticos en nuestro cuerpo. Tal vez así se pueda luchar contra la alarmante resistencia bacteriana que las infecciones van generando.

Y si esa esperanza para batir las infecciones es hoy noticia en el mundo científico, la esperanza de batir la infección de la corrupción en España, se aleja. Lo que se va conociendo del sumario Gürtel es tan demoledor que no queda espacio para el antibiótico: la amputación es lo mínimo. Rajoy puede ponerse la bata verde de cirujano o seguir con la indiferencia como estrategia.


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