Editorial del 26 de mayo de 2009

Dentro de un cuarto de hora el presidente de Estados Unidos volverá a hacer historia, al anunciar que un hispano será por primera vez juez del tribunal supremo. En realidad no es juez sino jueza, se llama Sonia Sotomayor –podemos jugar a imaginar cómo pronunciarán su nombre - y tiene un recorrido vital a la altura del sueño americano más ambicioso. Sus padres, puestorriqueños, se instalaron en el barrio más marginal de Nueva York. En el Bronx nació hace 54 años Sonia Sotomayor. Le diagnosticaron diabetes muy pequeña, perdió a su padre aún niña, y su madre, una modesta enfermera que trabajaba todos los días, sacó adelante a sus dos hijos. Sonia se convirtió en brillante jurista, becada por las mejores universidades y graduada Suma Cum Laude en Princeton. Ojalá viva aún su madre para asistir a la culminación de un sueño: Obama la propondrá para ser juez del tribunal supremo.

Por cierto, cuando juró su cargo Sonia Sotomayor como miembro del Tribunal de apelaciones, tuvo palabras de gratitud para las señoras de la limpieza, el personal de cafetería y los bedeles de la puerta principal. 45 millones de estadounidenses, de origen latino, celebrarán con orgullo esta noticia.


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