El Mundo, 6 de junio de 2012

Por: Arcadi Espada

El periódico considera hoy que el programa de entrevistas de Julia Otero, con la que colaboro en la radio y a la que tengo aprecio, es un fracaso, porque la última entrevista a Mario Vargas Llosa reunió no sé cuánta, ni me interesa, de eso que llaman cuota de pantalla. Es un grave error que los periódicos vinculen su juicio al de la audiencia. Sobre todo ahora que la audiencia no solo puede juzgar (como hace al menos desde que tejía calceta en las alegres guillotinas de París) sino expresarse con su conocida profundidad en las horcas sociales. Es obvio que una entrevista a Vargas Llosa, cualquier entrevista, incluso Vargas Llosa entrevistando a Vargas Llosa y explicando el puñetazo, solo puede aspirar a un share modesto.

El periódico debe decir si la señora Otero lo hizo bien o mal y si la entrevista tuvo interés. El periódico puede ironizar, por ejemplo, con la sospechosa evidencia de que la exuberante y voraz señora Otero confunda el gatillazo con la p'tit' mort. Y solo a partir de ahí medir su éxito o fracaso: ese es su derecho y su lugar. Por el contrario al periódico le importa literalmente un pimiento la audiencia que convoque el programa: eso solo debe importarle, y habría que ver en qué términos, al gerente de Televisión Española. El periódico debe preocuparse de que el dinero público esté invertido en calidad y no en basura, con indiferencia total respecto al resto de asuntos. En este sentido aún espero el día en que el periódico diga que el pueblo es tonto, y lo demuestre con el coeficiente de su share mental.

Por lo demás al que yo quiero criticar, para distinguirme como suelo, es a Vargas. Al principio de la entrevista le dice a su interlocutora que preferiría que le alabara sus libros antes que sus ojos o sus labios. Cielo Santo. Vargas me pareció ahí una señorita. La señorita Otero por ejemplo. Cualquier hombre de verdad, yo mismo, piensa lo contrario.


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